468x60

D.H.

28.10.09
Mi nombre es Cynthia y a mis 25 años me he sentido obligada a aprender a ser una desperate housewife (pero sin esposo). Francamente, nunca me sentí en necesidad de hacer estas cosas dado que en mi casa siempre tuve a alguien que lo hiciera por mi (lease, Anita, mi empleada que, ya es más que una empleada ya que ha vivido conmigo desde que tenía 4 años). Anita llegó sin saber hacerme plátano frito como yo lo quería, pero aprendió (cuando tenía 15 años). Cuando yo tuve 15 años, le enseñé derivadas e integrales. Fue un trueque. Anita me lavaba mi ropa, me la planchaba y doblaba y siempre ordenaba mis cajones. Limpiaba mi cuarto, pasaba la aspiradora por la alfombra, tendía mi cama y le sacaba todo el polvo en mi cuarto que me daba alergia. Cuando tenía hambre me cocinaba, y si no me gustaba lo que había hecho entonces me preparaba algo más (claro que eso recién se dio en los últimos años cuando se dio cuenta que mi mamá ya no tenía ninguna autoridad sobre mí).

La primera vez que me fui a vivir sola tenía 21 años, y decidí irme a Mississippi (se deletrearlo gracias al colegio ... em ai es - es ai es - es ai pi pi ai ... información no relevante que tenía que compartir) con unos amigos (disque a trabajar). Nuestro primer intento de arroz salió masacotudo (más de lo usual, ya no era tan rico). Metí un jean a la lavadora junto con mi toalla. La toalla salió morada. Le eché de casualidad gotitas de lejía a la ropa de la mamá de una amiga (todavía sigo negándolo y espero no lea esto). Y renuncié a las dos semanas de haber empezado (justo el último día de entrenamiento). Cynthia no limpia cuartos, menos si no son suyos. Menos si no dejan tips. Así que me fui a Miami a ver a los famosos, tomar sol e ir de fiesta.

Mi segundo intento fue a los 23 años cuando me fui a Argentina por un mes. Esta vez fue un poco más fácil porque viajaban conmigo 3 amigos y el exmen (quien tiene dotes de ama de casa). Pero las condiciones del depa que alquilamos no eran las más favorables. No había mucha cama que tender dado que hacía tanto calor que no había necesidad de destender la cama. Coto (el gran supermercado) fue de gran ayuda vendiéndonos comida lista para freír (porque no teníamos microhondas). Gran parte de ese mes nos la pasamos comiendo milanesas, papas fritas, esas bolitas de papa con queso que tenían un nombre pero no me acuerdo, pastas y salsa roja (que venía en sobre) o comiendo fuera carnes y pastas (bien hechas). Ah! Y pan con nutella. Oh! Y los cosos estos de chocolate que ya me olvide su nombre ... Dannet (creo)!! Solo había que lavar ropa interior porque a mí se me ocurrió comprar todo lo que veía. Así que ropa limpia no faltaba. Antes de partir el lavatorio murió (literalmente porque se cayó) y el día que nos íbamos decidió haber apagón en el edificio y tuvimos que bajar 7 pisos con nuestras maletas (la mía iba con 23 kilos de exceso).

Luego de estas 2 oportunidades agradecía estar en casa, con TV con cable, agua caliente y con Anita. Si le decía a Anita que quería comer sano me compraba frutas (que siempre me picaba y servía cuando tenía hambre) y me hacía ensaladas en vez de darme arroz. Si quería chanchadas me hacía brownies o pye de manzana, o panqueques con miel. Si no tenía hambre me rogaba que comiera dándome lo que más me gustara. Y siempre que faltaba algún chocolate o dulce en mi cuarto era porque Anita lo había encontrado (el trueque).

A mis 25 años me he venido a vivir a Australia, sola, sin Anita. Cuando llegué obviamente sabía que tenía que separar la ropa blanca de la de color (pero todavía sigo usando una sola opción de la lavadora, y solo una vez encogí una casaca blanca). Poco a poco aprendí a cocinar (sin quemar el arroz, sin quemar la salsa roja, y sin quemar el agua que puse a hervir). Todavía le tengo miedo al aceite caliente, más aún si estoy friendo un huevo. Tiendo mi cama más seguido que de costumbre, y limpio mi cuarto a cada rato. Luego de 5 meses de estar viviendo aca sola, sé hacer mis compras, lavar la ropa, limpiar mi cuarto, pero, aun tengo flojera de cocinar (salvo de cuando en vez). Pero lo seguiré intentando.

Luego de un largo día de trabajo, de haber ido a comprar lo que necesito para cocinar, de haber comprado un organizador de cosas para mi cuarto, de haber cocinado mi cena y almuerzo de mañana, finalmente me siento a tomar mi té de strawberry mientras escribo esto. ¡Qué aburrido ser una Desperate Housewife sin affairs y sin dramas!