Experiencia cuasi-religiosa

Lo recuerdo como si fuera ayer.

Estaba estrenando nuevo corte de pelo, tenía mi polo crema puesto, algo revelador pero a la vez bien nice, algo girly para mi estilo. Llegué y dudé un poco. No estaba del todo segura, digo, era algo que ya había pensado antes y sabía que quería hacerlo pero aun así me invadía un poco de duda y miedo.

Estaba nerviosa, no puedo negarlo. ¿Qué iría a sentir? Había escuchado que algunas personas decían que dolía, pero habían otras más suertudas que se jactaban de no haber sentido dolor alguno, y que lo único que podrían decir era que esa era una experiencia maravillosa, placentera. Recuerdo que me dijeron "si fuera tan traumático, nadie lo haría, en verdad, todos lo disfrutan y tú también lo harás". Pero yo aun no estaba segura. Sin embargo, ya estaba ahi. No había vuelta atrás. Por un momento pensé en salir corriendo mientras no me veía, pero eso sería algo absurdo. Sabía que quería hacerlo solo que tenía un poco de miedo.

Le pregunté, ¿va a doler? Y me tranquilizó, me dijo que lo iba a sentir, pero que estaría a mi lado, y no dejaría que el dolor me sea un impedimento. Y así fue como entramos al cuarto. Me cogió de la cintura y me levantó el polo. Sentí como se me erizaba la piel. Pero ya estábamos ahí. Luego, me recostó sobre la cama. Cerré los ojos por un momento, mientras me hablaba con esa voz tranquilizante. Y finalmente, lo sentí. Dije "ouchi" y me reí un poquito. Me preguntó si todo estaba bien a lo que contesté que sí.

Cuando terminó me miró y me preguntó ¿qué tal? Yo sonreí, lo miré y dije "ya está". El dolor fue momentáneo, y ahora solo quedaba tener cuidado. Y me gustaba. No era mi primer piercing pero si era la primera vez que me hacía uno en el ombligo. Y no me arrepiento.

Lo recuerdo como si fuera ayer ... porque fue ayer.