Hoy salió el sol luego de una semana de frío. Así que decidí no solo lavar mi ropa (y aprovechar que no se iba a mojar de nuevo con la lluvia dado a que no había ni una sola nube en el cielo) sino que aproveché en darle un baño a Coco (que ya se notaba que le hacía falta). Así que me puse mi short del gym, un polo X y mis sandalias, dispuesta a mojarme.
Coco le tiene miedo a la manguera, problema número 1. Así que cuando vio el agua saliendo de la manguera la cobarde salió corriendo. Coco es muy grande como para meterla en el lavatorio de la lavandería, problema número 2. Así que tenía que ver la manera de poder mojarla y bañarla sin que escapara. Le puse la correa pero la astuta se escabulló. Así que opté por el factor sorpresa. Llené el balde de agua y jugué a carnavales. Me odió un rato pero luego vino a mí toda mojada. Aproveché en echarle su shampoo y lavarle todo lo que pude mientras intentaba que no huyera. El problema fue que cuando quise enjuagarla, se escondió y ya conocía el truco del balde con agua así que tuve que traer sus juguetes para atraerla. Finalmente lo logré (luego de haber entrado incluso a la casa a esconderse con el shampoo en el cuerpo). Varios litros de agua después, barro por todos lados (porque estábamos en el jardín) y las piernas mojadas, bañé a Coco. Me sentía en la gloria hasta que Coco empezó a correr por el jardín, se metió en el barro y se ensució de nuevo.
Después de almorzar, me senté a esperar que mis toallas secaran (ya se que no debo esperar a lavarlas juntas porque al final me quedo sin toallas limpias o secas) antes de bañarme, y decidí sacar a Coco a pasear un rato. Mi amiga vino con su bicicleta nueva así que salimos a caminar un rato. Un rato se convirtió en tres horas. Mil paradas en casi todos los árboles y postes. En el camino, descubrí que Coco le tiene miedo a los trenes. Cuando empezó a sonar el timbre que indicaba que el tren se acercaba, Coco se empezó a desesperar. Cuando el tren llegó Coco quería irse. Y cuando el tren sonó su pequeño "chu-chu" Coco salió disparada en el sentido contrario (y con ella, iba yo tratando de jalonearla, y digamos que Coco parecía que me sacaba a pasear a mí). Me di cuenta también que debí haberle llevado agua porque la pobre estaba literalmente con la lengua afuera. Me enteré que la vez que me caí (me caí hace un par de días) me lesioné el tobillo, y me dolía al caminar (eso me di cuenta luego de correr de regreso a casa con Coco). Luego las 2 regresamos caminando lentamente porque estábamos cansadas. Coco hizo un amigo, un pequeño no-se-que-raza-pero-era-enano que le dio besito esquimal (la noche de las narices mojadas). Finalmente llegamos a casa, tomamos litros de agua y Coco se tiró a descansar. Yo la acompañé luego de bañarme (y secarme con toallas limpias y secas).
Vimos Sweet Home Alabama y ahora Coco descanza mientras yo escribo y veo Chuck y Larry. Finalmente le agarré cariño a Coco cuando mi landlord se entera que tenemos una perra y la quiera fuera.
Coco le tiene miedo a la manguera, problema número 1. Así que cuando vio el agua saliendo de la manguera la cobarde salió corriendo. Coco es muy grande como para meterla en el lavatorio de la lavandería, problema número 2. Así que tenía que ver la manera de poder mojarla y bañarla sin que escapara. Le puse la correa pero la astuta se escabulló. Así que opté por el factor sorpresa. Llené el balde de agua y jugué a carnavales. Me odió un rato pero luego vino a mí toda mojada. Aproveché en echarle su shampoo y lavarle todo lo que pude mientras intentaba que no huyera. El problema fue que cuando quise enjuagarla, se escondió y ya conocía el truco del balde con agua así que tuve que traer sus juguetes para atraerla. Finalmente lo logré (luego de haber entrado incluso a la casa a esconderse con el shampoo en el cuerpo). Varios litros de agua después, barro por todos lados (porque estábamos en el jardín) y las piernas mojadas, bañé a Coco. Me sentía en la gloria hasta que Coco empezó a correr por el jardín, se metió en el barro y se ensució de nuevo.
Después de almorzar, me senté a esperar que mis toallas secaran (ya se que no debo esperar a lavarlas juntas porque al final me quedo sin toallas limpias o secas) antes de bañarme, y decidí sacar a Coco a pasear un rato. Mi amiga vino con su bicicleta nueva así que salimos a caminar un rato. Un rato se convirtió en tres horas. Mil paradas en casi todos los árboles y postes. En el camino, descubrí que Coco le tiene miedo a los trenes. Cuando empezó a sonar el timbre que indicaba que el tren se acercaba, Coco se empezó a desesperar. Cuando el tren llegó Coco quería irse. Y cuando el tren sonó su pequeño "chu-chu" Coco salió disparada en el sentido contrario (y con ella, iba yo tratando de jalonearla, y digamos que Coco parecía que me sacaba a pasear a mí). Me di cuenta también que debí haberle llevado agua porque la pobre estaba literalmente con la lengua afuera. Me enteré que la vez que me caí (me caí hace un par de días) me lesioné el tobillo, y me dolía al caminar (eso me di cuenta luego de correr de regreso a casa con Coco). Luego las 2 regresamos caminando lentamente porque estábamos cansadas. Coco hizo un amigo, un pequeño no-se-que-raza-pero-era-enano que le dio besito esquimal (la noche de las narices mojadas). Finalmente llegamos a casa, tomamos litros de agua y Coco se tiró a descansar. Yo la acompañé luego de bañarme (y secarme con toallas limpias y secas).
Vimos Sweet Home Alabama y ahora Coco descanza mientras yo escribo y veo Chuck y Larry. Finalmente le agarré cariño a Coco cuando mi landlord se entera que tenemos una perra y la quiera fuera.